sábado, 26 de julio de 2025

Bentilia Vicuña y su casa sin techo

 









 Andando por una calle del centro de Los Puertos me llama la atención una pared alta con ventanales cerrados, portón entre abierto e izada la Bandera de Venezuela para recordar el nacimiento del Libertador Simón Bolívar y La Batalla Naval del lago de Maracaibo. Trato de asomarme, casi husmear, por entre la hoja a medio abrir y me da la impresión de una casa abandonada. Escucho los ladridos de un perro y en seguida una voz enérgica preguntando a quién busca, y ya veo al perro suelto.

Afuera observo dos señoras sentadas en la acera. Pregunto si la casa estaba sola, y una de ellas me encara decidida: yo soy la dueña y vivo ahí. Me llamo Bentilia Vicuña, yo soy la dueña y vivo aquí, tengo 78 años. Le gusta la casa, quiere verla… Me gustaría entrar para tomar unas fotografías. Ya ahí vamos. De inmediato amarra el perro. La escena interior es abierta, el techo ha desaparecido parcialmente, los frisos ruinosos asomaban las venas de caña brava, en otras paredes resplandecían tiestos de piedras de ojo. Horcones hacían las veces de columnas, en el centro unos palos amarrados con una tapa para proteger el bombillo. En el centro un terraplén de arena y escombros lo que fue la sala y comedor. Al fondo, una acumulación indefinible de enseres de lo que era quizás su cocina. Le pregunto por aquello. Baja la cabeza, apesadumbrada, en silencio, ahora su mirada es triste. Le ofrecieron arreglar su casa ya hace un largo tiempo, todavía espera. No pierde la esperanza de que algún día se la arreglarán para poder vivir con un poco de sosiego.

Promesas que nunca cumplen, pero ella sigue aferrada, espera por un milagro. El ofrecimiento se lo hizo el alcalde Tiberio Bermúdez durante su largo reinado. Más abajo, el muelle contiene la resaca del lago, acá la ruina se acoda junto a la plaza Miranda.


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